Bruselas.— Sondeos en las últimas semanas arrojan inquietantes datos sobre la discriminación de inmigrantes y revelan "cuán alta es la cifra oculta de los delitos de motivación racista", según organizaciones humanitarias.
El racismo y la xenofobia están más extendidos en Europa de lo que pensaban hasta ahora los expertos. Una encuesta realizada hace unos meses entre inmigrantes y miembros de minorías étnicas en los 27 países de la Unión Europea por parte de la Agencia de la UE de Derechos Fundamentales (FRA), arrojó que un 12% de los entrevistados declaró haber sido víctima de la violencia racista en los pasados 12 meses. De este grupo, el 89% no acudió sin embargo a la policía, porque no contaba con recibir ayuda.
Según el reporte, entre las minorías e inmigrantes hay resignación y frecuentemente falta la "confianza en los mecanismos de defensa de víctimas". El texto agrega que las minorías son especialmente discriminadas en Italia y Grecia, y denuncia que la peor discriminación la sufren los 12 millones de miembros de la etnia gitana romaní, seguidos de los inmigrantes africanos. Entre los gitanos romaníes, que viven sobre todo en los nuevos países miembros de la UE del centro y el sudeste de Europa, el año pasado uno de cada dos sufrió discriminación.
En lo tocante a Alemania, se consultó sobre sus experiencias principalmente a personas procedentes de Turquía y de la antigua Yugoslavia. El 52% de los inmigrantes turcos y el 46% de los procedentes de la región de los Balcanes afirmaron que la xenofobia está "muy" o "bastante" extendida en Alemania. El 75% de los entrevistados de ambos grupos dijo, además, no conocer ninguna organización que preste ayuda en caso de dificultades.
Los intentos de regularizar flujos migratorios con los embates de la crisis económica, como telón de fondo en el 2009, y la opción de discursos racistas y discriminatorios, contrastan en la agenda política de Europa en torno a la inmigración.
Tanto es así que los gobiernos de Francia, Alemania (con la mayor proporción de migrantes extracomunitarios) y España han sido la diana de las críticas a las políticas de Estado sobre la migración, lo cual no excluye de responsabilidad al resto de los países industrializados, importantes receptores de mano de obra.
Según la oficina de estadísticas Eurostat, unos 20 millones de extranjeros residían en el 2008 en países de la Unión Europea (UE), lo que equivale al 3,9% de la población total.
Sin embargo, la postura dominante en la Unión Europea es imponer una legislación cada vez más restrictiva a personas no originarias, para lo cual se apela sin tapujos a discursos que llevan implícito una revisión de antiguas políticas de integración social y cultural.
Gobiernos como el de Gran Bretaña, por otra parte, hacen ver que la inmigración es una causa clave del incremento del desempleo y las escasas posibilidades de trabajo para los nativos, a fin de justificar el endurecimiento de las leyes migratorias.(SE)
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