miércoles, 11 de junio de 2008

El Petróleo y la Huelga de Transportes




Las Federaciones de Empresas de Transporte están planteando huelga del sector a partir del próximo día 8 de junio ante la subida del combustible. En rigor se trata de un cierre patronal y el matiz no es baladí, toda vez que ello supone el abono de los salarios a sus empleados. Tal como está la situación, desde CC.OO. los entendemos.

Los armadores se manifiestan por la subida del gasoil que les dificulta salir a faenar, mientras las lubinas y doradas –de piscifactorías— mantienen precios bajos en los supermercados. La movilización no la inician sólo nuestros pescadores de Santa Pola o la Vila, también se realiza en Italia, Portugal, Reino Unido, Francia… Por cierto, en España el gasoil no lo paga el armador, lo pagan los pescadores al descontarse todos los gastos del barco, incluido el hielo y las cuotas de la seguridad social, antes de realizar la liquidación de salarios. Desde CC.OO. también los entendemos.

Cerca del pueblo natal del Ministro Solbes, en Novelda, la ciudadanía, junto a los sindicatos, se manifestó el sábado 31 de mayo, en apoyo del mantenimiento de los puestos de trabajo del mármol ante el expediente de Regulación de Empleo que amenaza el sector. Hace un tiempo nos manifestábamos en Elche y Elda reclamando ayudas para el sector del calzado. No solamente les apoyamos, considero que va siendo hora de extender la movilización a todos los sectores.

El vicepresidente del Gobierno y Ministro de Economía Pedro Solbes ha manifestado que España está lejísimos de una recesión y a lo que estamos atravesando no se le puede llamar crisis. Es evidente que el Sr. Solves y los trabajadores compramos en distintas tiendas (y tenemos otras hipotecas) y que el castellano es tan amplio como pequeñas las miras de nuestros dirigentes, que no ven más allá de las próximas elecciones, de sus próximos intereses, o de sus propias narices. Al Ministro ni le entendemos ni le apoyamos.

Nos quieren hacer creer que la crisis es subjetiva, y que en todo caso es una cuestión de ciclos, que pronto se pasará, sobre todo si no hablamos de ella, o mejor, si no pensamos en ella.

Pero ésta no es una crisis que nos haya trasladado el sector financiero de Estados Unidos. La actual situación mundial no es responsabilidad de los Indios o los Chinos y su consumo energético, es fruto de cenit del petróleo, es decir, hemos consumido la mitad, a partir de aquí, la producción disminuye.

Las compañías petroleras cada vez tienen más dificultades en recuperar las inversiones en investigación y prospección de nuevos yacimientos, porque no los encuentran, o son pequeños o técnicamente imposibles de explotar.

Recientemente, el profesor Fernando Ballenilla, miembro fundador de AEREN (Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos) nos exponía que parece que hemos llegado a la cota máxima de consumo de petróleo —unos 85 millones de barriles día—, a partir de este momento, o somos capaces de realizar un decrecimiento sostenible del consumo de energía fósil o la que se avecina no será una crisis coyuntural; puede ser el fin del actual modo de vida. De ahí que Comisiones Obreras entendamos la movilización de armadores de pesca y empresarios del transporte y no entendamos al Gobierno.

Si la política no fuera cortoplazista, el Gobierno debería penalizar el consumo individual y subvencionar el uso colectivo ya que, cuando algo es escaso y se acaba, debe ser patrimonio colectivo y no de aquellos que puedan pagarlo. Subvencionar el gasoleo a las empresas de transportes de mercancías y a las de viajeros tendría que evitar que al final se terminara por repercutir los costes en el ciudadano.

Ahora bien, si el Gobierno optase por socializar la energía, penalizando al usuario individual, debería de intervenir también en otras materias de la economía: marcar precios máximos, eliminar intermediarios, potenciar lo público, hacer políticas sostenibles...

Mientras los trabajadores no asumamos que estamos ante una situación límite, donde la crisis que han provocado los ricos la deben de pagar ellos, y no seamos capaces de exigir a los gobiernos políticas de futuro, es lógico que los empresarios (los mismos que en tiempo de bonanza, al grito de ¡viva el mercado!, acumulan pingües beneficios), le pidan al Gobierno ayudas para seguir manteniendo su margen de beneficio, con la amenaza y chantaje del masivo despido de trabajadores. Hoy no valen parches de subvenciones. Necesitamos otra clase de política.

Vicente Alcaraz Mira
Secretario General CC.OO.
Comunicación y Transportes Alicante

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