Miércoles 4 de junio de 2008, por Agencias,
Las tres familiares del cantautor iniciaron a continuación — «Algún día se sabrá toda la verdad, se lo debemos no sólo a Víctor sino a todas las víctimas. Tenemos que seguir adelante con esta investigación», declaró ayer su viuda— una campaña de recogida de firmas que exigen al poder judicial la reapertura del sumario; además, hicieron un llamamiento público a las miles de personas recluídas a partir del 11 de setiembre de 1973 en el estadio de la capital chilena para que aportaran pruebas.
La respuesta y el apoyo de miles de chilenos y chilenas a la familia Jara y su iniciativa ha impedido el cierre en falso del caso, considerado por expertos en materia de derechos humanos como uno de los más emblemáticos y dilatados de la historia judicial de Chile.
Víctor Jara, autor de canciones imborrables en el acervo cultural y político de toda una generación como Te recuerdo Amanda, fue arrestado junto a alumnos y profesores de la ex Universidad Técnica del Estado inmediatamente después del golpe de Estado de Pinochet e internado en el Estadio Chile de Santiago (que hoy lleva su nombre). El estadio fue convertido por los militares golpistas en gigantesco centro de concentración, tortura y asesinato de miles de militantes de los partidos que conformaban la Unidad Popular chilena. La coalición de fuerzas políticas progresistas chilenas ganó las elecciones de 1970 con la evidente y proclamada animadversión, intromisión y desestabilización económica y política, —ya desde antes de la proclamación presidencial de Allende—, de la Administración norteamericana de Richard Nixon y Henry Kissinger, la misma que incrementó la intervención en la guerra de Vietnam, a la postre primera derrota militar estadounidense.
Jara permaneció detenido varios días en el estadio, donde fue brutalmente torturado antes de ser acribillado a balazos —su viuda contó hasta 44 tiros en su cuerpo cuando fue localizado cerca de un cementerio, 8 días después de masacrados Allende y sus más cercanos colaboradores en la defensa de la legalidad en el palacio presidencial de La Moneda.
Bajo el régimen fascista de Augusto Pinochet, que se mantuvo en el poder hasta 1990, no menos de 31.000 personas (cuyos casos están documentados de manera irrefutable) murieron, desaparecieron o sufrieron torturas. Pinochet, al igual que Franco, su confeso modelo, murió en 2006 en la cama —a consecuencia de un fallo cardiaco el dictador chileno—, a pesar de la espectacular estridencia mediática de las órdenes de arresto de Baltasar Garzón, sin ser enjuiciado ni por sus crímenes ni por sus clamorosos delitos económicos, ni siquiera tras evidenciarse la vinculación directa del ex general con cuentas secretas por valor de más de 27 millones de dólares.
Derechos humanos e impunidad
La viuda y las hijas de Víctor Jara se reunieron este lunes con el Ministro de Defensa chileno, José Goñi, que se ha comprometido a entregar al Juez responsable de la investigación toda la información que posea el Ejército chileno. En declaraciones posteriores al encuentro, Joan contrapuso el apoyo y cariño del ministro con la poca generosidad de los jefes de las Fuerzas Armadas.
Al conocer la reapertura de la investigación para saber quién mató a su compañero, Joan Jara manifestó sentirse apoyada y esperanzada: «El asesinato de Víctor es un símbolo mundial de las violaciones a los derechos humanos, esclarecer lo que pasó sería un triunfo, una demostración de que no puede haber impunidad para los crímenes contra la humanidad. Ellos mataron a Víctor Jara, pero lo importante fue su vida, su creatividad, su gran compromiso social como artista y su lucha por un mundo mejor».
El golpe de Estado contra la Unidad Popular en 1973, precedido en el espacio y el tiempo por similares genocidios y atentados contra la decisión popular de tomar las riendas de su destino, significó, con todo, en su momento, un punto de inflexión, y reflexión, sobre la posibilidad del acceso democrático y por vías pacíficas al socialismo. Posibilidad violentamente truncada entonces y que vuelve a intentar repetirse, parece, actualmente, en el mismo escenario geográfico casi, con la conjunción de las respectivas oligarquías nacionales y el imperialismo de nuevo cuño, norteamericano y europeo, frente a las nuevas esperanzas y realidades actuantes en el hemisferio suramericano, hoy representadas sobre todo por Chávez, Correa, Evo, además de la casi increíble pervivencia cubana frente a la permanente agresión de los USA y sus comparsas europeos.
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