viernes, 26 de octubre de 2007

LA CLASE OBRERA Y LOS PUEBLOS DEL MUNDO DIRÁN LA ÚLTIMA PALABRA



La creciente violencia imperialista (guerras, terrorismo de estado, espionaje, represión…) está indisolublemente
ligada al proceso de acumulación de capital y se ha convertido en el principal instrumento del capitalismo
monopolista para tratar de evitar que la crisis económica se generalice.
Desde mediados de la década de los noventa asistimos a un proceso de reanimación de las luchas
populares y de agudización de las contradicciones de clase inherentes al capitalismo. El recurso
indiscriminado a la violencia por parte de las potencias imperialistas –especialmente los EEUU- hace que cada vez
más sectores tomen conciencia de la incompatibilidad del sistema con sus propias aspiraciones y del riesgo que
supone para toda humanidad la dominación imperialista.
Las guerras se encuentran con una respuesta popular inesperada por la oligarquía. La resistencia afgana e iraquí
cuestiona día a día las decisiones de los centros de poder occidentales y quiebra la legitimidad del recurso a la
guerra como instrumento de política exterior en el interior de los propios países agresores.
En la escena internacional destaca el cambio de correlación de fuerzas operado
en América Latina. Los avances revolucionarios en Venezuela, Bolivia o
Ecuador; las aspiraciones antiimperialistas de Nicaragua, Brasil, Uruguay o
Argentina; el repunte de la lucha popular en la mayor parte de países y la
resistencia de la insurgencia colombiana –con las FARC – EP a la cabezasuponen
un claro obstáculo a las aspiraciones estadounidenses en su propio
“patio trasero”. Mientras la heroica Revolución Cubana, China, Corea del Norte,
Laos y Vietnam resisten las ofensivas imperialistas.
En los propios Estados Unidos y en los países de la Unión Europea se
desarrollan importantes movilizaciones antiimperialistas (contra la guerra y por la
paz, contra la Constitución Europea, movimiento antiglobalización, etc.) y se
extienden las luchas obreras17, jugando un papel cada vez más importante el
movimiento de trabajadores inmigrantes que clama por sus derechos laborales,
sociales y políticos en países de la importancia de Estados Unidos o Francia.
El enfrentamiento entre Estados Unidos y Francia por la permanencia de sus monopolios en Iraq y las
consecuencias geoestratégicas de la invasión; la creciente tensión EEUU – Rusia ante el despliegue del escudo
antimisiles norteamericano (DAM) que ha llevado a los rusos a reanudar el patrullaje aéreo sobre áreas del océano
Atlántico, el Pacífico, el Glaciar Ártico y el Mar Negro; la reactivación del Grupo de Shanghai (Rusia, China,
Kazajstán, Tayikistán, Kirguiztán y Uzbekistán) con los ejercicios estratégicos sobre los Montes Urales
denominados <>; o las crecientes tensiones entre EEUU, Canadá, Dinamarca, Noruega y
Rusia por las reservas energéticas y minerales del Ártico, son buena prueba del repunte de las contradicciones
interimperialistas.
La estrategia que acompaña al proceso de acumulación se asiente en bases sumamente débiles. A lo que
contribuye el extraordinario desarrollo económico de la República Popular China y su creciente influencia política,
buscando vías de desarrollo no capitalista, tras los últimos debates bajo dirección del Partido Comunista, en un
país marcado por las dificultades propias de su dimensión como nación y por su propia idiosincrasia. El
imperialismo central estadounidense consigue mantener su economía parasitaria con el saqueo de los recursos
económicos de buena parte del planeta, pero, a la vez, con la dependencia que supone la titularidad china de
buena parte de sus bonos del tesoro, lo que unido a los factores anteriormente señalados, convierte a China en
uno de los enemigos principales del imperialismo estadounidense, europeo y japonés.
17 En los últimos años se intensifican en Europa las luchas obreras de resistencia. Como ejemplo de lo anterior destacamos las luchas en
Francia contra el CPE o las huelgas en el transporte aereo y en el ferrocarril, en los meses anteriores a la elecciones presidenciales se
computaron en Francia cerca de 1.000 huelgas en diferentes sectores productivos. En Italia se han convocado 5 huelgas generales contra las
políticas del Gobierno de Berlusconi, en Alemania han destacado las huelgas de los obreros metalúrgicos, convocadas por el sindicato IG Metall
o las huelgas en el sector público. En Portugal la reciente huelga general del 30 de Mayo, impulsada principalmente por la CGTP, ha sido un
éxito. En España, desde la última huelga general del 20 – J, han destacado las movilizaciones del sector naval, principalmente en Galicia,
Andalucía y Asturias, junto a la lucha de los trabajadores de SEAT, del personal de tierra del aeropuerto de El Prat de Barcelona, de los
trabajadores de Delphi, o la huelga del transporte en Asturias junto a innumerables conflictos de empresa.
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A esa inestabilidad hay que añadir -en el plano ideológico- la creciente desconfianza de amplios sectores sociales
en las capas dirigentes de los países capitalistas. Baste recordar al respecto las dudas ante lo realmente sucedido
el 11-S en EEUU y la oscuridad que lo acompaña, la reacción popular ante las mentiras del “Trío de las Azores”
sobre las armas de destrucción masiva en Iraq que sirvieron de pretexto al genocidio, o la manipulación y el intento
de engaño masivo llevado a cabo por el Partido Popular y el Gobierno de Aznar tras el 11 – M en España18.
En este marco general de la lucha de clases, y ante la diversidad de respuestas a la nueva ola de expansión
imperialista, se constata la necesidad de organizar y pertrechar ideológicamente al sujeto revolucionario.
La izquierda mundial y los sectores democráticos van tomando conciencia de la gravedad de la situación. Ante la
intensificación de las contradicciones enumeradas y al calor de las luchas populares, se reanuda el debate
ideológico sobre la necesidad del socialismo, a lo que ha contribuido de manera extraordinaria el avance de la
Revolución Bolivariana en su fase antiimperialista y la voluntad expresada por el compañero Hugo Chávez de
avanzar hacia el socialismo.
El debate sobre el “Socialismo del Siglo XXI” exige hoy de los y las comunistas que la lucha ideológica -las
cuestiones teóricas- pase a un primer plano y que se retroalimente dialécticamente con la práctica
revolucionaria y la resistencia mundial antiimperialista. Como en otros momentos en la historia de la lucha
revolucionaria, no faltan quienes basándose en una supuesta “crisis del marxismo” se apresuran a anunciar teorías
“nuevas” y en algunos casos contradictorias con la experiencia de lucha por el socialismo acumulada por el
movimiento obrero internacional. Posiciones como la de M. Hardt y Toni Negri con su noción de “imperio” y el rol
asignado a eso que denominan “multitud”19, la ofensiva de Heinz Dieterich contra Cuba, intentando contraponer su
propia teoría del “Socialismo del Siglo XXI” al modelo cubano20, algunas opiniones negando el papel revolucionario
de la clase obrera y la vigencia del marxismo – leninismo o los furibundos ataques que algunos sectores dirigen
contra el modelo leninista de partido -sin que ninguno de ellos termine de concretar una teoría revolucionaria
coherente, superadora y probada en la práctica revolucionaria- en realidad ponen de manifiesto nuevos ejemplos
de eclecticismo y de falta de principios que, además, por los contenidos que abordan y la forma de hacerlo, lejos
de la pretendida novedad que anuncian, recuerdan demasiado viejos debates que cíclicamente se repiten en el
seno del movimiento revolucionario (sujeto revolucionario, modelo de partido, carácter y naturaleza del estado y
transición al socialismo…).
En este escenario, Cuba continúa siendo ejemplo para todos los revolucionarios y revolucionarias del
mundo. La defensa de su soberanía e independencia, de las conquistas
revolucionarias y del socialismo por parte del pueblo cubano, de las
organizaciones de masas y de su vanguardia política (el Partido
Comunista de Cuba), más aún desde el triunfo contrarrevolucionario en el
este de Europa, son para nosotros y nosotras un referente indispensable
por defender una política de principios combinada con la flexibilidad táctica
necesaria para afrontar las embestidas del más poderoso enemigo que
haya conocido la humanidad hasta nuestros días: el imperialismo
estadounidense. Fidel llevaba razón al anunciar allá por 1.989, cuando la
URSS y los países socialistas del este se tambaleaban peligrosamente,
que “desde luego hay dos tipos de comunistas: los que puedan dejarse
matar fácilmente, y ¡los que no nos dejamos matar fácilmente!”.
Pero si algo debemos destacar del ejemplo cubano es que representa las líneas de continuidad entre los
procesos revolucionarios y las experiencias de construcción socialista en el siglo XX y las grandes luchas
y avances antiimperialistas a lo largo de los primeros años del siglo XXI, de hecho, otros serían los
derroteros seguidos por algunos de los procesos emergentes sin la asistencia y la experiencia acumulada
por la Revolución Cubana. Esta realidad, junto a la innegable continuidad histórica de la lucha de clases y
la acumulación de experiencias en la construcción del socialismo, es lo que algunos pretenden negar
absurdamente levantando una inexistente muralla china entre los siglos XX y XXI.
El debate entre el marxismo – leninismo y las que se pretenden “nuevas” teorías, abrazadas tanto por abiertos
derechistas como por oportunistas y doctrinarios “de izquierda”, como siempre a lo largo de la historia, será
definitivamente saldado en la arena de la lucha de clases. La práctica revolucionaria dirá la última palabra.
18 Sólo el 32 % de los estadounidenses apoya la gestión de George W. Bush, según un sondeo publicado por ZOGBY INTERNATIONAL. De
hecho, el 64 % afirma que en EEUU las cosas van mal, frente a un 22 % que cree lo contrario. Únicamente el 22 % de los ciudadanos aprueba
la estrategia del gobierno en política exterior. En España más del 90 % de la población manifestó su rechazo a la guerra de Iraq y a la
participación española en la agresión.

19 Vid Atilio Boron. IMPERIO E IMPERIALISMO, Fondo Cultural del ALBA, 2.006. Cuba.
20 Vid Heinz Dieterich. LA CIENCIA SOCIAL CUBANA, DARÍO MACHADO Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI. En www.rebelion.org puede
seguirse el debate entre Dieterich y el compañero cubano Darío Machado.
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El combate contra el reformismo y el oportunismo es una exigencia práctica de la lucha de clases, tanto a
escala internacional como en la lucha revolucionaria en la España de nuestros días. En cada conflicto, en
cada lucha, es preciso deslindar el campo con quienes desde el reformismo difunden entre los trabajadores y
trabajadoras el desánimo, la confusión y el pensamiento burgués y/o pequeñoburgués, actuando como verdadero
tapón en la lucha de clases al elegir el camino de la conciliación y abandonar toda tentativa de lucha
revolucionaria. La clase obrera necesita arrancar conquistas, que cada lucha logre victorias concretas. Es preciso
combatir el reformismo en la intervención política diaria como una exigencia para la toma de conciencia y el avance
de la clase obrera.
Es preciso desenmascarar el parlamentarismo burgués - cretinismo parlamentario que diría Lenin- en que
se ha instalado definitivamente Izquierda Unida. ¿Qué izquierda es esa que con su apoyo sostiene la política
antiobrera y antipopular del Gobierno Zapatero? ¿Qué internacionalistas son esos que apoyan, o critican
vergonzantemente, el despliegue de tropas imperialistas para sojuzgar a los pueblos oprimidos? ¿Qué
revolucionarios son esos que entregan la dignidad de los luchadores y luchadoras antifascistas apoyando una ley
que deja impune nuevamente a los criminales franquistas y ni siquiera declara la nulidad de los juicios franquistas?
¿Qué republicanos son esos que homenajean la Constitución Monárquica mientras el pueblo lucha en la calle por
la III República?
El fenómeno reformista trasciende nuestras fronteras. Como demuestra el borrador de las Tesis del II Congreso del
Partido de la Izquierda Europea, la socialdemocracia reformista y algunos partidos autotitulados comunistas, y
defensores en la práctica de las teorías de lo que fue la fracción eurocomunista, han abandonado explícitamente el
objetivo socialista para situarse cómodamente en la institucionalidad de la UE imperialista.
El PCPE trabaja por la recomposición, fortalecimiento y
cohesión del movimiento comunista internacional, que debe
jugar un papel esencial y actuar con voz propia para
levantar un Frente Mundial Antiimperialista que aglutine a
todos aquellos movimientos democráticos y populares
dispuestos e interesados en enfrentar la barbarie
imperialista y en avanzar hacia la construcción del
socialismo. Luchamos por impulsar la lucha de clase del
proletariado, por la unidad comunista en nuestro país (sobre
bases marxistas – leninistas) como elemento político clave en la
recomposición de la vanguardia; por acumular fuerzas en lo que
denominamos Frente de Izquierdas para hacer avanzar un
proceso constituyente republicano. Por desarrollarnos como
Partido Comunista capaz de encabezar la lucha de la clase
obrera por el socialismo, teniendo presente que hoy, dado el inmenso desarrollo de las fuerzas productivas, se dan
como nunca antes en la historia las condiciones científico técnicas para resolver los grandes problemas de la
humanidad (hambre, enfermedades, analfabetismo, etc.) y sentar las bases de la economía socialista. Pero sólo
superando el capitalismo se podrá utilizar ese desarrollo y conocimiento para liberarnos y dar comienzo a la
verdadera historia de la humanidad. Por eso la Revolución Socialista es más necesaria que nunca.
A 90 años del triunfo de la Gran Revolución de Octubre, el PCPE defiende el marxismo – leninismo entendiendo,
como dijera Engels21, que “el socialismo, desde que se ha convertido en ciencia, exige que se le trate como tal, es
decir, exige que se le estudie”. A su vez, descartamos toda posición dogmática y antidialéctica, pues la teoría
revolucionaria sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la práctica del movimiento
revolucionario y defendiendo la independencia real del pensamiento comunista respecto a las categorías de la
superestructura ideológica del capitalismo.
Hoy brillan con luz propia las afirmaciones de Lenin de que sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco
movimiento revolucionario y que sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de
combatiente de vanguardia22. Esa teoría es el marxismo – leninismo y al desarrollo de ese partido dedicamos hoy
los hombres y mujeres del PCPE nuestros mejores esfuerzos, para que el siglo XXI sea el siglo del socialismo
triunfante y del triunfo definitivo de la humanidad contra la barbarie.
21 F. Engels. LA GUERRA CAMPESINA EN ALEMANIA. Editorial Progreso.
22 V.I. Lenin. ¿QUÉ HACER? Editorial Progreso.
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¡Viva la Gran Revolución Socialista de Octubre!
¡Viva la unidad fraternal de los Partidos Comunistas y Obreros!
¡Viva el marxismo – leninismo!
¡Proletarios de todos los países, uníos!

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